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Clasificación CH 750 PIN 2006
Autor(es) Bindis, Ricardo
Título(s) La pintura chilena:doscientos años
Edición
Editores
Lugar de Edición
Fecha de edición


Origo
Santiago
2006

Notas Nueva COMPRA 270 fotografías
Resumen El libro Pintura Chilena 200 años invita a conocer y admirar la historia de la pintura chilena desde los inicios del siglo XIX hasta principios del XXI.\Un fascinante viaje por la historia de la pintura chilena de los dos últimos siglos. \Edición de lujo ilustrada con más de 270 fotografías de los cuadros más representativos del arte chileno.\Su autor, Ricardo Bindis Füller, profesor y crítico de arte, ha desarrollado una larga trayectoria en torno a la investigación pictórica. Realizó sus estudios en la Universidad de Chile, perfeccionándose en Estados Unidos e Italia. Su labor de crítico de arte se ha complementado con asesorías y una destacada trayectoria docente, que se extiende por más de cuatro décadas.\Comentarios de Prensa\Artes y Letras, domingo 27 de agosto de 2006:\PINTURA NACIONAL. Nuevo libro de Ricardo Bindis: \Director Escuela de Arte UC \La publicación explora doscientos años de historia pictórica nacional representados en 256 reproducciones, algunas clasificadas por primera vez y varias de escasa circulación.\El discurso penetra, desde la simplicidad del lenguaje, en la historia y la crítica del arte. Además, contiene una amplia gama de realizadores que no han estado en primera fila, y que sí han participado en la vida artística nacional.\Pintura Chilena 200 años, de Ricardo Bindis, es posible considerarlo como un legado, sostenido en cincuenta años de labor académica y en más de cinco mil artículos escritos por su autor en la prensa nacional.\Se difundirá en una edición bilingüe (español-inglés), con cuatrocientas páginas y 256 reproducciones, algunas clasificadas por primera vez, por la historiadora María José Correa, ofreciendo piezas inéditas en la bibliografía nacional y varias de escasa circulación.\La buena reproducción facilita juegos comparativos, como son el poder observar adecuadamente las estrategias con que aborda el modelo femenino un Alfredo Valenzuela Puelma (1856-1909) frente a un Marcial Plaza (1876-1948), o las utilizadas por Héctor Cáceres (1897-1980) en comparación con las de Enriqueta Petit (1894-1983), al permitir segundas lecturas que aportarán al goce de la pintura nacional.\Equilibrio\Dejando de lado su edición, son a nuestro juicio tres elementos los que caracterizan al texto comentado, definiéndolo como una escritura orientada a quienes se inicien en el estudio de la pintura chilena.\En primer lugar, sostener un discurso desde la simplicidad del lenguaje, penetrando en la historia y la crítica del arte, sin el léxico del análisis estético propio de los últimos años. En segundo término, optar por el esfuerzo de generar un territorio capaz de contener, con equilibrio y ecuanimidad (según el autor) una amplia gama de realizadores, incluyendo a varios artistas que no han estado en primera fila, pero que sí han participado activamente en la vida artística nacional. En tercer termino, apuesta por una narrativa bilingüe, aspirando a ser difundido en países orientales, geografía en la que encontrará lectores para quienes nuestro país y su poética pictórica serán, sin duda, un descubrimiento.\Bindis desarrolla en once capítulos la afirmación de que la pintura chilena existe, y surge de la interpretación de la herencia europea aplicada a lo local.\Es el locus lo que la obliga a identificarse, lo que la hace particular y propia como el acento regional de un idioma. Esto, según el autor, al menos en un período que va aproximadamente desde 1870 hasta fines de 1970, antes y después, parece ceder ante orientaciones que podrían modificar la respuesta.\Para seguir este discurso proponemos una lectura del libro considerando su capitulación interior, como el diseño de tres etapas, en las que serán ejes centrales las figuras de los pintores Pedro Lira (1845-1912), Juan francisco González (1853-1933), Camilo Mori (1896-1973) y Pablo Burchard (1875-1964).\Esto ya que el lector puede, en forma inicial, adentrarse en la narrativa del génesis de la pintura chilena de caballete, y apreciar (en sus cuatro primeros capítulos) el cómo nace desde la conjunción de los trabajos sistemáticos de un grupo de artistas que deben penetrar en los códigos de la técnica europea, sin poseer una tradición local.\Allí la figura de Pedro Lira es indispensable, gracias a su proyecto de arte y vida, su liderazgo sustentado en roles tales como crítico de arte, investigador y docente. En este contexto se puede luego seguir la obra de otros talentos como el de Onofre Jarpa (1849-1940), Alberto Orrego Luco (1854-1931), Enrique Swinburn (1859-1929) y Alfredo Valenzuela Puelma (1856-1909), conjunto que exhibe la evidencia de que la técnica que tenía al modelo francés como paradigma comenzaba en la década de 1880 a ser plenamente asimilada en nuestro territorio.\Inicia lo que proponemos como una segunda etapa (y el fragmento más sólido del texto), las temáticas contenidas desde los capítulos cinco al nueve. Aquí se diseña claramente el aporte de Juan Francisco González (1853-1933), maestro que legó una huella que se encaminará hacia horizontes nuevos, presentada en el texto como puente con la pintura moderna.\Luego nos traslada hacia la vitalidad de la Generación del Trece, con Fernando Álvarez Sotomayor (1875-1960), Pedro Luna (1896-1956) y Arturo Gordon (1883-1944), entre otros. De ellos valora Bindis la capacidad de dar forma a un imaginario local, y su esfuerzo para dedicarse al arte sin poseer recursos económicos. Reivindica de ellos su rol de intérpretes de la realidad, al vivir el arte atentos a la sociedad.\El resultado será que, de la rectoría francesa (se) pasa al realismo hispano acogiendo las costumbres y el ser nacional.\Desde aquí, el autor revisa las propuestas de dos grupos poseedores de una visión estética inspirada en la vanguardia europea. Primero el grupo Montparnasse, con aproximaciones a las obras de Enriqueta Petit, Luis Vargas Rosas (1897-1977) y Manuel Ortiz de Zárate (1887-1946). Luego aborda a los principales representantes de la Generación del Veintiocho, en obras de los artistas Laureano Guevara (1889-1968), Inés Puyó (1906-1996) y Augusto Eguiluz (1893-1969), entre otros.\Es interesante observar que da pistas para comprender que, si bien las nuevas orientaciones eran contrarias a las de la Generación del Trece, sus integrantes supieron unirse en los valores humanos. Huellas de ello dejaron Ezequiel Plaza, Isaías Cabezón e incluso Pedro Lira, quienes participaban de la vida de la nueva academia, aunque no fueron profesores.\Renovación\Esencialmente, el lector podrá visualizar en estas páginas cómo la renovación trajo a Chile el predominio que se asentará -poco a poco- de la filosofía por sobre la poesía como fundamento de las artes, y también su influjo en la consolidación de la pintura chilena, destacando en ello el aporte inicial de Camilo Mori, y una especie de apertura hasta hoy que realizará Pablo Burchard.\De Mori recupera su perfil de intelectual y creador, afirmando que es el gran señalizador del camino hacia la vanguardia, y lo destaca como un hombre inquieto que impulsó a los jóvenes artistas influenciando hasta la década del cincuenta (siglo XX) gracias a su tremenda versatilidad (que) lo llevó a explorar, inventar formas, aportando así a cimentar una activa relación entre los géneros, cuyo fruto es visible en la apertura a nuevas dinámicas en los certámenes y salones, incorporando a la fotografía y las artes aplicadas.\Destacan en este contexto la figura y obra de Pablo Burchard, por su capacidad de cambiar el punto de fuga de los cuadros, que por tradición tenía preferencias el centro. Su rechazo por la tela con proporción áurea y su apuesta por el formato cuadrado, pero, por sobre todo, por su carácter y enseñanzas más allá de las aulas, al transmitir un modo de vida en el arte que potenciará a las generaciones que lo suceden.\La producción posterior, desde la década del sesenta al año dos mil, aproximadamente, es acogida en los capítulos finales (Variadas experiencias visuales. Coincidencias y Oposiciones), en los que aborda el escenario que en sus cátedras define como experimental y multiestilismo, dando cuenta de un hacer dialogante con una globalización en la que lo local se replantea.\El autor inicia el recorrido, revisando una atmósfera de reflexión y práctica artística capaz de ofrecer un polo de atracción para estudiantes e intelectuales de Latinoamérica, y cuyo momento relevante será a inicios de los setenta.\Ricardo Bindis aborda en esta etapa del libro primero a Roberto Matta (1911-2002), y sin detenerse particularmente en ningún realizador, revisa obras de Mario Carreño (1913-1999), Nemesio Antúnez (1918-1993), José Balmes (1927), Gracia Barrios (1927) y Roser Bru (1923), para finalmente proponer una mirada a varios autores, siendo el de menor edad Hernán Gana (1969).\Nos permitimos afirmar que en estos capítulos Ricardo Bindis señala un espacio al cual le faltaría todavía distancia de tiempo para ser en justicia evaluado, dejando la tarea para un próximo ejercicio escritural, suyo o de otro autor.
Descripción 400 p. + 270 fotografías

 

 
 
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