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Código de lector
Clasificación
983.04 VIC 1996
Autor(es)
Vicuña, Manuel
Título(s)
El Paris americano. La oligarquía chilena como actor urbano en el siglo XIX
Edición
Editores
Lugar de Edición
Fecha de edición
Universitaria
Santiago
1996
Notas
Libro usado en condición satisfactoria. COMPRA
Resumen
INTRODUCCION\En lo sustancial, el objetivo de este libro es comenzar a vislumbrar, mediante una iluminaci6n parcial, per0 evocadora del conjunto, las caracteristicas de un fresco donde se pueda observar -yo ya quisiera que en toda su diversidad y complejidad- a la oligarquia chilena durante las ultimas decadas del siglo XIX y, en el futuro, tambien a comienzos del siglo xx. En este caso, la atencion se ha centrado en la elite radicada en Santiago y solo por lo que dice relacion con ciertos aspectos de su existencia social. Su eje temitico tiene un proposito puntual: dilucidar cuales fueron las significaciones de los escenarios (desde los salones al Municipal) en los cuales la oligarquia desarrolla parte importante de sus relaciones sociales. Se reconocera con prontitud el valor que se le concede a estos diferentes espacios, en tanto instancias favorables a l articulacion de la elite. Con todo, a fin de no planear exclusivamente a una altura donde apenas -si acaso- es posible visualizar entelequias conceptuales o procesos muy globales y poco personalizados, a contar del capitulo titulado “Los dandis de La Moneda”, se comienza a enfocar el relato hacia personajes cada vez mis puntuales, con la precisa intencion de darle a lo general un poco de substancia individual. Me parece que Roger Shattuck ha sido especialmente convincente al momento de destacar las virtudes de este “antiguo metodo historico digno de confianza, a medias investigacibn sistemitica y juego intuitivo, que podriamos llamar estudio de los “hombres representativos”: el arte de encontrar pequeiias familias de personajes cuya simple asociaci6n sugiere una interpretacih de la epoca”l. Considero necesario aclarar que en las piginas venideras no se hallaria ninguna referencia con respecto a la educacion formal de los miembros de la elite. Esta historia se desplaza preferentemente a traves de aquellos lugares donde se reunian hombres y mujeres, sin tener mucha importancia si se trataba de personas de edad avanzada o jovenes sencillamente. Mientras no se la Roger Shattuck, La epoca de los banquetes. Origenes de la vanguardia en Francia: de 1885 a la Primera Guerra Mundial, pBg. 39. considere de manera peyorativa, la expresi6n “ritual mundano” ayuda a hilvanar en un conjunto coherente a todos estos escenarios citadinos. Tambien seria de inters tener a la vista que, desde un comienzo, aqui se habla de tertulias y salones indistintamente. Es cierto que hacia fines del siglo XIX, por efecto de una pretension mis cosmopolita y moderna en el sen0 de la oligarquia, los salones comenzaron a reemplazar a las tertulias, cambio que no s610 supuso un trueque de nombres para una misma realidad, sino, ademis, dio cuenta de una variaci6n en el estilo habitual de tales reuniones sociales. Asi y todo, no debe olvidarse que las tertulias siempre se efectuaron en 10s salones de las casas patricias, lo que en 6ltimo termino permite emplear ambas palabras como sinonimos. Faltaria aiiadir que ese cambio de estilo no s610 se tradujo en una variaci6n de la naturaleza de 10s espacios mis intimos de la sociabilidad elitaria, puesto que, ademas, gener6, en forma paralela, un cumulo de transformaciones operadas sobre la propia ciudad de Santiago y sus alrededores. Per0 si la elite fue su principal artifice y, no rara vez, su gran beneficiaria, estos cambios urbanos tambiCn ejercieron alguna clase de influencia sobre los demas estratos sociales residentes en la capital. La tarea de aunar en una misma historia las intenciones latentes tras las representaciones sociales de la oligarquia, con las percepciones que de estas pricticas escCnicas tenian 10s sectores medios y populares de la sociedad citadina, es algo que sobrepasa largamente los objetivos mis modestos de este texto.\Comence a escribir este trabajo a poco de haber ingresado a1 Museo Hist6rico Nacional. Diversas personas de esta instituci6n me garantizaron un clima de tranquilidad propicio para la necesaria concentracidn que demanda una actividad de esta naturaleza. Estoy especialmente agradecido con Sofia Correa, su directora, quien me apoyo en todo momento. Asimismo, de gran ayuda me fue la lectura que Alfred0 Jocelyn-Holt realiz6 del manuscrito; las conversaciones que sostuvimos mientras lo escribia, aunque no siempre atingentes al tema, nunca dejaron de actuar como un estimulo sumamente gratificante. Gonzalo Ciceres leyo parte del manuscrito y sus comentarios me\permitieron salvar mis de alg6n obsticulo. Cualquier reparo que se le pueda hacer a este estudio, nunca esta de mhs destacarlo, debe tener a su autor como unico destinatario. Con respecto al material iconografico repartido a lo largo de todos los capitulos, estoy en deuda con Juan Cesar Astudillo y Pedro Marinello, fotografos del Museo Historico Nacional. Finalmente, tambien mis reconocimientos para Daniel Osorio, Juan Diego Montalva, Cecilia Brunson, Claudio Rolle, Francisco Marquez y Juan Gabriel Lira, quienes me pusieron en la pista de autores cuyos textos facilitaron el desenvolvimiento de este libro http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0031645.pdf http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0031645.pdf
Descripción
135 p.
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