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Clasificación
CH 863 FUG 1997
Autor(es)
Fuguet, Alberto
Título(s)
Cuentos con walkman
Edición
Editores
Lugar de Edición
Fecha de edición
Seix Barral
Barcelona
1997
Notas
Libro usado en condición satisfactoria. COMPRA
Resumen
Alberto Fuguet nació en Santiago de Chile en 1964. Hasta los trece años vivió en California, Estados Unidos. Al terminar sus estudios en Santiago, se graduó como periodista en la Universidad de Chile e inició una multifacética carrera como crítico de cine y de música rock, columnista, dramaturgo y novelista. Su libro de cuentos Sobredosis (reeditado por Alfaguara en 1995) fue tal vez la chispa que estableció el fenómeno literario y editorial conocido como «la nueva narrativa chilena» en la conciencia del gran público. Mala onda escrita cuando Fuguet tenía veinticinco años y ahora traducida al inglés como Bad Vibes lo consagró como uno de los escritores más leídos del país. En 1994 publicó Por favor, rebobinar, su segunda novela, y ha sido también coeditor de las antologías Cuentos con walkman y McOndo. \Estoy haciendo lo que más me gusta en la vida, quizás más que escribir.\Entrevista con el chileno\Alberto FUGUET\Por LINO SOLIS DE OVANDO\Revista Cultura y Tendencias / LibrUSA\SANTIAGO DE CHILE\ALBERTO FUGUET\¿Qué hace suponer que la llamada “madurez” de un escritor va a entregar su mejor pluma, su intento más valiente? ¿Por qué se sigue esperando a algunos escritores que llevan años lidiando con la literatura, como si se guardara la secreta esperanza de que un día, llegada esa ansiada “madurez”, por fin van a sorprender? Interrogantes como éstas afloran al ver a Alberto Fuguet de espaldas a la ventana de un concurrido café del sector alto de Santiago, luego de hacer un alto en su “trabajólica jornada’’, como él confiesa.\Es que ya se han cumplido diez años de la ruidosa salida de su primera novela (“Mala onda’’) y pese a los muchos detractores que tiene su estilo, el “producto Fuguet” sigue con vida, ampliándose a nuevas zonas creativas y riéndose en silencio de la certificación de “perecible” que muchos críticos y círculos le dieron a sus escritos. \El sustrato de las dos preguntas iniciales se instala en torno a la “soda pequeña, por favor’’ que el escritor y ahora cineasta pide en el Au Bon Pain, sobre todo porque Fuguet ya no es el mismo. Está francamente más adulto, más humilde, más ¿maduro?. Y si fuera así, ¿es eso positivo? ¿Significará que ahora realizará su mejor acto?. La verdad es que no se sabe... \Fuguet pegó su primera estocada literaria con el libro de cuentos “Sobredosis’’ (Planeta, 1990), que le significó adjudicarse el Premio Municipal de Literatura, en agosto de 1991. Sin embargo, eran sólo sus primeros cartuchos. En 1992 presentó “Mala onda’’ (Planeta), con la cual generó una reacción homónima, gracias a un texto que de la mano de su protagonista de 17 años, Matías Vicuña, reunió ácidas críticas en los sectores acomodados del país por retratar la-vida-del–barrio-alto de una forma tan desolada. La prensa le preguntó directamente a Fuguet si desde la boca de Vicuña no surgió su propia percepción: “Empecé el libro con un viaje a Río de Janeiro de Matías, porque pensé que era un buen truco ver al país desde afuera y poder comparar. En rigor, de esa comparación resultaron algunas verdades”, dijo el autor a la prensa de esos años. \Y una de esas verdades actuales podría ser la nueva etapa que se respira en Fuguet. Se le ve más claro y se podría arriesgar a decir que incluso lo está pasando mejor en la vida. Porque madurar quizás sea eso, entender que se va camino a la muerte y que no se pierde nada con un poco de diversión. Una de sus anécdotas más contadas y celebradas es aquélla que data cuando en los 80 entró al taller literario de José Donoso y tuvo que escribir, como ejercicio de escritura, sobre su barrio. Fuguet eligió uno de California, Estados Unidos, donde vivió de pequeño, lo que generó el enojo del autor de “El obsceno pájaro de la noche’’. \“Donoso sentía que alguien que se había criado en California no tenía fisuras o dolor. Y le dije que no era así, que si quería hacer competencia de quién había sufrido más o lo había pasado peor, saliéramos a la plaza. En esa época yo era mucho más rebelde”, dijo Fuguet hace poco a un diario. \—En este momento estás abocado a la producción de la película de “Mala onda’’. Pareciera que has encontrado un reducto donde dar paso a tu mayor pasión, el cine. Y con tranquilidad, alejado de los medios. \AF: Estamos en la parte más entretenida. Dicen que lo menos divertido es rodar. No estamos en pañales, pero todavía hay que afinar el capital y terminar el guión. Pero es cierto, estoy haciendo lo que más me gusta en la vida, quizás más que escribir. \—Para comenzar elegiste una novela que debe tener complicaciones al adaptarse al cine. \AF: Sí, tiene la complicación de que es todo en primera persona, por lo tanto, existe la tentación de abordarlo como un monólogo interior; muchos giros del lenguaje, y eso no es muy visual. \—Es habitual escuchar hablar a los escritores de una relación insana con sus libros ya publicados. ¿Cómo te relacionas tú con lo que ya salió a la luz? \AF: En general mantengo un lazo de cariño con todos, pese a que pueda tener mi preferido. Ahora, en el caso de “Mala onda”, siento que es un libro muy ajeno a mí, al que sin lugar a duda le tengo menos reverencia que el que otra gente le tiene. \—Sin embargo, es tu “marca registrada”. La gente te ve reflejado en ese libro. \AF: Sí, pero yo no. Aunque tampoco estoy destrozando el libro, ni tratando de vengarme contra mí mismo. En todo caso estamos especulando: la película puede ser brillante, como... Por eso a mí no me gusta hablar de proyectos que todavía no están listos, aunque mi impresión es que acá hay una adaptación que mantiene la esencia y la transforma en cine. El espíritu del libro está. \—¿Qué te parece que alumnos de un colegio marista legitimen la renovación del colegio, la pluralidad, argumentando que ahora les dan de leer “Mala onda”? \AF: Me parece insólito, me da risa. Porque además yo no me siento tan viejo, tan lejos... me siento más cerca del colegio que de Cervantes, por llamarlo de algún modo. Además todavía me parece insólito que me lean a mí. Aún asocio a los escritores con personas que están muertas. Me asombro cuando conozco a alguien que he leído y admiro. Una vez me encontré con Jorge Edwards, y no sabía si saludarlo o no. Al final lo hice y rallé. Segundo, debo reconocer que al final de mi inconsciente, quizás lo planee. De algún modo, cuando uno escribe quiere conquistar a alguien al menos. También es probable que intenté conquistarme a mí. Quería leer la novela que nunca pude leer en el colegio. Y en ese sentido se cierra el círculo. Pero las sensaciones encontradas son varias, porque no me gusta ser oficial, que alguien me odie porque se sacó sólo un cuatro. \—¿”Mala onda” sigue siendo válido como lectura de la nueva generación? \AF: Yo creo que sí, y eso es inesperado. Es raro, porque en algún momento me creí las críticas, los ataques. Que un escritor diga que no le importan las críticas es verdad, pero también es cierto que en alguna porción de humanidad entran a importar. Se dijo que mi literatura era desechable. Gonzalo Contreras afirmó que el boom sólo iba a durar por el verano, que iba a ser como un helado que se derrite. Y de alguna manera me dije que era un maricón, pero también pensé que tenía razón. Sin embargo, al final entendí que la gente se había enganchado del libro por la visión de mundo que planteaba, y no tanto porque había sido escrito en los ochenta. \—¿Y has ido más atrás aún en la lectura de tus libros: “Sobredosis’’, “Santiago, Pena Capital’’, la antología donde te incluyeron? \AF: Tengo pocos recuerdos de eso. \—La novela “Por favor rebobinar’’ vino luego de “Mala onda”. Quizás la mejor lograda. \AF: Es la que me gusta más a mí. Aunque nunca pensé que los días del video iban a estar contados. No contaba con el DVD. \—Pero a la gente le molestó el exceso de personajes. Tipos de un segmento socioeconómico alto. Sin embargo, con “Tinta Roja’’ te fuiste de ahí al otro lado, a la clase media, a la redacción de un diario. ¿Fue pensado un ajuste de cuentas? \AF: Al principio pedía más disculpas. Pero esto no fue planeado. Yo siempre he dicho que un escritor debe empezar a publicar a los 30 años o 35. No porque a los 18 no pueda ser un gran escritor. Rimbaud demostró que se podía. Pero sí cuando un creador joven se convierte en alguien público y observado, puede no estar preparado para el choque, y eso te marca. Ahora, todo lo que he escrito es parte de mi mundo, y por eso no voy a pedir disculpas. Curiosamente a Hernán Rivera Letelier nadie le pregunta por qué no escribe de otra cosa que no sea la pampa. O por qué no escribe del barrio alto. Los grandes escritores y cineastas son aquellos que tienen un mundo muy acotado. \—Cuéntame de tu proceso intelectual para encontrar una historia. \AF: Intelectual ojalá que poco. Yo siento que estoy entrando a la etapa dos. \—¿Cuál es la etapa dos? \AF: No sé, pero yo creo que todo el mundo tiene una segunda etapa. Mis energías cambiaron. \—Tiene que ver con la madurez. \AF: Con eso y con una serie de cosas. Y algo nuevo, de esta nueva etapa dos, es que entro al cine. Probablemente siga sacando libros; estoy en uno ahora. Pero, si tú me ofreces irme mañana a Hollywood, a firmar lo que me de la puta gana, yo cambio la escritura. \—¿Qué es lo que te logra apasionar tanto del cine? \AF: Cosas como las que me pasaron hoy en una reunión, donde se suponía que iba a durar una hora, y se alargó por siete. Nos pusimos a crear. Y me di cuenta que estoy creando mucho más en términos visuales. En todo caso la mezcla de cine y literatura no es fácil. Porque en cine uno se entretiene mucho con la gente y eso para la literatura es fatal. La literatura es solitaria. No puedes estar pensando en tus actores. Sin embargo, hay buenas alianzas, como la del periodismo que creo que puede ser literatura. Al mismo tiempo, si a mí mañana me dicen que por el resto de vida escribiré seis guiones, con seguridad voy a sentir que sigo siendo el mismo escritor que antes. \El placer culpable de Fuguet \Luego de “Mala onda”, Fuguet no logró “mejorar” las reacciones de la crítica con su literatura. Ni la novela “Por favor, rebobinar” (Planeta, 1995), en donde la cita a la experiencia de la radio, la revista y el canal “Rock and Pop” fue abusiva, ni el compendio de cuentos “Mc Ondo” (Grijalbo, 1996), con el que encendió la ira de escritores más cercanos a una línea ideológica de izquierda, lograron convencer del todo. La aceptación de la crítica vino sólo en 1999 con su última novela, “Tinta roja” (Alfaguara, 1999), llevada al cine por el peruano Francisco Lombardi. \Sin embargo, el verdadero placer culpable de Fuguet ha sido siempre el cine. Su relación con el celuloide es de muy larga data. De hecho, sus mejores artículos periodísticos se hallan, sin duda, entre los que hablan acerca del séptimo arte. Su mejor escuela la vivió junto a reconocidos críticos como Hvalimir Valic y José Román en la revista “Enfoque”, verdadera Biblia cinéfila chilena de los años 80, que lamentablemente desapareció a comienzos de la década siguiente. Luego, en el “Wikén” de El Mercurio pudo seguir cercano a la pantalla grande, a la cultura pop y –de yapa- tuvo la oportunidad de escribir una columna bajo el pseudónimo de Enrique Alekán, con la que se dio el lujo de retratar a Chile con una libertad impensada para un joven en plenos años de uniforme y, más aún, en El Mercurio (en 1991 fue editado un atractivo compendio de esos artículos). \Luego de un frustrado intento de filmar un guión suyo con la producción de Cristián García Huidobro, en 1991, Fuguet sólo pudo escribir para el celuloide junto a Rafael Gumucio en un corto un tanto misógino dirigido por Marco Enríquez a mediados de los 90. Sin embargo, su primer trabajo en grande para una película fue en “Historia de dos hermanos”, de reservada aunque positiva crítica. \Luego de años, Fuguet volvió a “Wikén” a mediados del 2001 para escribir una nueva columna sobre su pasión. Cada viernes comenta con un reconocido talento sus impresiones sobre las películas estrenadas en el país. Sin embargo, nada se compara con la puesta en escena de “Mala onda”, en la que Fuguet se unió a la productora más “cool” del momento (Sobras), compuesta por jóvenes cineastas, con quienes ha llevado a cabo constantes focus groups con entusiastas voluntarios alistados desde www.fuguet.com, el autorreferente (pero entretenido) sitio web del escritor. (Lino Solís de Ovando)\ LINO SOLISDE OVANDO, periodista y escritor chileno. Ha sido becado en la Sociedad de Escritores de Chile y ha participado en los talleres de los escritores Marta Blanco, Ramón Díaz Etérovic y Diego Muñoz Valenzuela. En el 2000 recibió el Premio Gabriela Mistral de Cuento Juvenil, con 25 años. También obtuvo el segundo lugar en el Concurso Nacional Eusebio Lillo, con el libro de cuentos La ronda de los de capa caída''. Actualmente escribe una novela que se sitúa en una clínica abortiva de cualquier capital de este planeta. www.fuguet.com/ www.fuguet.com/
Descripción
211 p.
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