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Código de lector
Clasificación
983 OPP 2013
Autor(es)
Oppliger, Marcel
Título(s)
Los Chilenos olvidados
Edición
Editores
Lugar de Edición
Fecha de edición
Ril Editores
Santiago
2013
Notas
Nueva COMPRA DPTO. CC.SS
Resumen
Julio Molina: Miran encerrados cómo los atacan\ Los mapuches dijeron que, si yo no les vendía la tierra, ellos iban a hacer grandes destrozos. Les dije que si me pagaban lo que yo les pedía, podíamos hacer negocios. Eso fue en 2009 y hasta el día de hoy no han llegado. Después vinieron los caballeros y nos quemaron el primer galpón, con dos mil fardos. Hice un galpón nuevo. En el segundo, me lo quemaron con doscientos ochenta fardos de avena adentro, rememora Julio Molina (78) Llegó a Pidima hace 55 años, pero en los últimos cuatro ha sufrido siete ataques: Tiene protección policial.\ En el último ataque, que fue el más grande y duró todo el día, se juntaron varias comunidades de mapuches. Tuvimos que estar encerrados adentro, y eso que estábamos con Fuerzas Especiales, explica su hija Margarita: A veces, a pleno día los veo cortando los alambres, rompiendo cercos, haciendo cualquier destrozo....\\-¿SE SIENTEN ACORRALADOS?\-No..., comienza a contestar el agricultor. Pero su hija lo interrumpe: Yo sí, papi. ¿Qué vamos a hacer aquí? (...) ¿Y si llegan de repente y le queman cualquier cosa?.\ Molina reclama: Estos tipos siguen haciendo lo que hacen porque el gobierno no los detiene. El fiscal no los detiene, los larga. El juez les toma declaración y los larga por otra puerta. Ese es el problema que hay con ellos.\ Clemencia y Luis Helicker: Estamos como encarcelados\\ Hasta hace 5 años, la familia Helicker poseía 104 hectáreas en la zona de Ercilla. Con la parte que les correspondía a ellos, los hermanos Clemencia y Luis generaban un ingreso mensual de $10 millones. Hoy no pueden trabajar su campo y viven con la pensión de ella, unos $80 mil, que además debe alcanzarles para pagar contribuciones por una tierra que explotan mapuches ilegalmente.\ Los hermanos parceleros viven confinados en su humilde casa, el patio y un potrero adyacente. Estamos como encarcelados, dice Luis.\ En total, no les quedan más que cuatro hectáreas.\\ No se atreven a dejar la propiedad sola, pues temen que en cualquier momento sea invadida; y el año pasado tuvieron que vender los animales, ya que se los robaban a plena luz del día.\ Los problemas comenzaron hace unos cinco o seis años, cuando grupos de mapuches activistas, que hasta entonces concentraban sus ataques en las grandes empresas forestales, empezaron a acosar a los pequeños y medianos agricultores.\ Y en marzo de 2012, fue hasta ellos un funcionario de la Conadi -luego nombrado gobernador- con la promesa de que en tres meses más el gobierno iba a comprarles sus tierras. Y también nos pidió que dejáramos a los mapuches sembrar aquí... Por eso nosotros los dejamos entrar -recalca Luis-, pero después no los movieron más.
Descripción
126 p.
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