Resumen |
Análisis del proceso de la comunicación humana y su influencia en la relación matrimonial, con las anomalías más frecuentes y orientaciones para mejorar la comunicación en el matrimonio. \¿Qué se entiende por comunicación conyugal? ¿En qué consiste el hecho de comunicarse? Antes de seguir adelante con la comunicación conyugal, parece conveniente contestar a estas cuestiones. \Aquilino Polaino-Lorente\La comunicación conyugal, pues, supone el establecimiento de un juego dialógico entre personas libres, de diferentes sexo, articulado mediante clausuras y aperturas, encuentros y despedidas, donaciones y posesiones, lejanías y acercamientos, silencios y atenciones, a través de los cuales un cónyuge hace transparente y traslada al otro su intimidad, a la vez que la intimidad del otro se le entrega y, por eso, la existencia individual de quienes así se comunican se transforma en coexistencia.\Pero veamos en detalle algunas de las características, antes mencionadas, que presiden el juego dialógico propio de la comunicación conyugal:\Clausuras y aperturas\Con la comunicación se cierra el estado de soliloquio-coloquio con uno mismo, en el que tal vez se encontraban antes de cada uno de los cónyuges, a la vez que se abren al mundo intersubjetivo, cuyo fundamente reside precisamente la comunicación. Esto supone un cierto salir de sí, bien para acoger lo que el otro libremente nos dice (escucharle), bien para comunicarse en nuestra intimidad (hablarle).\En cualquier caso, es preciso dejar de pensar en sí, olvidarse del propio yo, dejar atrás y lejos los problemas y preocupaciones que personalmentes nos conciernen. En una palabra estar disponibles para acoger y o para dar al otro.\Encuentros y despedidas\Porque con cada gesto, con cada palabra que sale de los labios de uno de los cónyuges, casi siempre se alcanza al otro, aconteciendo a su través un encuentro entre ellos.\De otra parte, al expresar mediante un gesto un cierto significado o al pronunciar una determinada afirmación, a cuyo través se comunican los esposos, el hablante se despide de algo que, hasta ese instante, sólo a él pertenecía, por estar velado en su intimidad.\Siempre que las personas se encuentran en la comunicación, en cierto modo, se despiden de una parcela de su intimidad: aquella que arrancándola de si se entrega al otro y se pone a su entera disposición, con lo que ello supone de renuncia.\Donaciones y posesiones\Porque con cada palabra pronunciada se da algo de uno mismo: una preocupación, aquel sobresalto, una quimera, la ilusión todavía no conseguida, el viejo recuerdo que parece dar razón de uno mismo o muchos en la experiencia de la vida a cuyo través uno se apropió del mundo y de cuanto contiene desde el mismo instante en que por primera vez lo nombró.\Y no sólo se transfiere el mundo en general, sino también y muy especialmente el mundo personal, el privado, el mundo propio y más intimo: ése que parece intransferible, por constituir los verdaderos y recónditos paisajes de la propia alma. La palabra supone ese adentrarse expansivo en la intimidad del otro, para dejarle allí —como un inmenso e inmerecido regalo- todo lo que uno es, ha sido y aspira a ser.\Lejanías y acercamientos\Porque al nombrar una cosa nos acercamos y apropiamos el ser que esa cosa es. Y, sin embargo, ponemos a la vez, una cierta distancia, nos alejamos de otros contenidos significados por ese mismo concepto, que sin duda alguna también tiene, pero que en ese contexto no viene al caso.\Gracias a la comunicación conyugal, los hablantes se acercan entre sí, simultáneamente que se alejan de sus familias de origen, de su orígenes, de las raíces que, sin embargo, ahora sobreviven en ellos pero más lejanas y, desde luego, modeladas y reconfiguradas de una manera diversa.\Silencios y atenciones\Porque para acoger y permitir que las palabras del otro penetren con la necesaria eficacia en nosotros, es preciso atender a ellas, acogerlas, quererlas como propias. Es necesario atender para entender al otro.\Y se atiende cuando sólo se tiende hacia el otro y hacia nada más, cuando se silencia y desatiende a todo lo que no sea la otra persona. El silencio es una condición necesaria para la atención. Más aún, la atención emerge del silencio, mayor será la atención.\Matrimonio y comunicación conyugal\He aquí la rica y sugerente sinfonía, trenzada de paradojas y ambigüedades, en que la comunicación conyugal se despliega. Por eso, quizá resulta fácil perderse o extraviarse, e incluso precipitarse en la total incomunicación conyugal, mientras sólo en apariencia se intenta trasladar al otro la propia intimidad.\Pero a pesar de todas esas dificultades, que son propias de la comunicación, gracias también a ella, podemos trascender nuestra experiencia personal y enriquecernos con la experiencia de otro, es decir, trascender l a experiencia del otro, es decir, trascender la experiencia personal en la comunicación con el otro, en que se funda el nosotros.\Con la comunicación humana acontece algo parecido a lo que sucede con el propio cuerpo, que es, simultáneamente, transparencia y máscara, ocultamiento y desvelamiento del yo. En efecto, el hijo de nuestro discurso puede servir tanto para transmitir nuestra intimidad como para ocultarla. Cuando predominan esos velos y ocultamientos, surge la incomunicación, por muy fluido e intenso sea el parloteo de la persona (Pollaino-Lorente 1990).\En realidad, comunicarse, como escribe Marcel, es lanzar el propio discurso interior en el espacio interior del otro: generar desde mi silencio la palabra que penetre en el silencio del tú al que se dirige.\La comunicación entre los cónyuges es una nota esencial del matrimonio, sin cuya continua presencia es muy difícil que éste no zozobre y, definitivamente, encalle. Es un hecho sociológicamente comprobado, como ya se dijo antes, que la queja más frecuente de las esposas es precisamente la falta de comunicación con sus maridos, la incomunicación que existe entre ellos.\La comunicación, la capacidad de diálogo sincero constituye también una nota distintiva de la madurez personal. Entre los adolescentes, en cambio, es muy frecuente que cualquier conflicto se exprese a través de la incomunicación, del aislamiento, incluso del mutismo. \Por el contrario, la persona madura jamás se repliega sobre sí misma, sino que es permeable, es capaz de suscitar el encuentro dialógico con el otro, cualquiera sea la naturaleza del conflicto que acontezca entre ellos.\Si se admiten los conceptos hasta aquí expresados, es lógico que resulte tan relevante y manifiesta la importancia la importancia de la comunicación en el ámbito conyugal.\Sin comunicación no puede haber unión, como sin ésta no es posible la comunicación.\Comunicación es sinónimo de compartir. Se comparte con el otro lo que el otro nos traslada a través de la comunicación. Únicamente, una persona puede aceptar lo que la otra le dio al casarse, si el otro continua siendo capaz, día a día, de seguir poniendo a su disposición, de trasladarse y participarle —eso que ella es desde- su intimidad a la intimidad del otro que es el aceptante por antonomasia.\Desde este horizonte, la vida conyugal se nos manifiesta desplegándose a través del siguiente iter, camino dialógico: comunicación-unión-comunión-coexistencia.\Laín Entralgo ha hecho un gran énfasis al subrayar atinadamente el aspecto sodalicio (de compañía) de la comunicación humana, en virtud del cual el hablante aspira a recibir la compañía de aquél a quien habla, del oyente.\Esta función es la que caracteriza y entrevera la comunicación conyugal. Por ella el hablante se percibe no sólo como un yo que dice, sino como un tú-y-yo, fundamentando así más vigorosamente la encarnadura dialógica interpersonal. Así emerge un nosotros en el que por naturaleza consiste el matrimonio; una nueva realidad en la que el vivir se trasforma en convivir y el existir en coexistir.\Por la comunicación, ambos cónyuges subrayan lo que les une y no lo que les separa, participan conjuntamente en un proyecto común y comparten solidariamente un mismo afán. Por la comunicación, los cónyuges se trasforman en una sola carne, asistiendo al enlace indisociable de sus respectivas biografías. \La fenomenología de la comunicación interpersonal ha de asumir el reto de describir, lo más objetivamente posible, cómo vivo yo en la experiencia de vivir al otro.\Y es que, como escribe Millán Puelle, el otro me es vivido en la medida que yo mismo me vivo como vivido por él. Sólo a través de este factum, de esta experiencia, alcanzo el logos de mí mismo, mi identidad y sentido, a la vez que descubro el otro por la heterología de que estoy dotado.\La comunicación entre los cónyuges, para ser verdadera, supone el encuentro sujeto-sujeto; un salir de sí para encontrar al otro, a la vez que uno se experimenta compartiendo su vida con el otro y coexistiendo con él. Es, pues, un acceso a la participación que deviene participación misma. Esa apertura ganada en la comunicación conduce a la persona al conocimiento de su propia ser, a vivir una nueva experiencia. La de su propio revelarse ante el otro.\Y así, en la conciencia de participar del otro y del vivir participado por el otro, resurge el nosotros, que ahora es quien crea —esta vez en la realidad, no con la imaginación, la propia historia biográfica de los cónyuges, en una identidad referencia.\...el hilo de nuestro discurso puede servir tanto para transmitir nuestr intimidad como para ocultarla.\Cuando predominan esos velos y ocultamientos, surge la incomunicación, por muy fluido e intenso que sea el parloteo.\La comunicación, la capacidad de diálogo sincero, constituye una nota distintiva de la madurez. En los adolescentes, en cambio, es muy frecuente que cualquier conflicto se exprese a través de la incomunicación. Pasillo 1 |