| Resumen |
Sobre el autor (1813-1855) séptimo hijo de Michael Pedersen Kierkegaard y Ana Sorensdarer Lund, podemos decir que tuvo un particular desarrollo individual, definitivamente marcado tanto por las mocherias del puritanismo calvinista de su padre, como por su deformidad física de jorobado. Estas dos particularidades, indiscutiblemente repercutieron en el desarrollo de Sören, quedando de ello constancia en el significado del nombre que para él escogio su padre, nombre que significa cementerio, lo que de suyo habla mucho sobre la manera en cómo se las gastaba su progenitor.\Así, con el nombrecito a cuestas y, para acabarla de amolar, cargando sus jorobas, el joven Kierkegaard vivió su vida entre la desesperación y la angustia de la herencia religiosa de su padre y su particular estética personal.\Su obra escrita fue bastante prolífera, ya que escribió una buena cantidad de ensayos, curiosamente, la mayoría de ellos, publicados bajo seudónimos; incluso la obra que aquí presentamos fue publicada bajo el seudónimo de Anticlimax. De entre su obra podemos mencionar: O lo uno o lo otro, escrita en 1843; El concepto de la angustia, escrita en 1844; Temor y temblor, escrita en 1846 y La era actual, escrita, igualmente, en 1846.\Para terminar, precisaremos que la obra de Kierkegaard fue prácticamente rescatada entre la Primera y Segunda guerras mundiales.\Es de esperar que la lectura de esta obra, introduzca a los interesados en el apasionante tema del existencialismo. En la obra que aquí presentamos, La enfermedad mortal, el danés Sören Kierkegaard, considerado padre del existencialismo, expone su particular preocupación teológica sobre el estado de desesperación a que se ve sujeto el creyente ante el aterrador panorama que le ofrece un mundo sumergido en la trampa mortal del pecado.\Sören deambula por los recónditos laberintos del alma individual, apegado a su credo calvinista. Sus preocupaciones, teológicamente hablando, no pueden mover a la reflexión a quienes no profesen esa religión, sin embargo, lo importante para muchos posibles lectores, pueden ser los puntos cruciales de su trabajo enfocados bajo la óptica del concepto de pecado. Concepto éste que no necesariamente va aparejado con una creencia religiosa en particular, sino más bien con un concepto vivencial relacionado con la trascendencia cotidiana del individuo frente a su accionar, esto es, si comprendemos el pecado bajo un prisma ético, los planteamientos de Kierkegaard adquieren una dimensión más atrayente al común de los lectores.\Así es, desde nuestra perspectiva, como buscamos inducir al lector para que aborde este ensayo. No optar por este camino quizá conlleve a conclusiones frustrantes muy similares a las que experimenté cuando, en mi adolescencia, tuve la ocurrencia de leer la obra más representativa de este filósofo danés, El concepto de la angustia, llevándome un terrible fiasco cuando comencé a hundirme en los tortuosos laberintos del pecado original, entróme una angustia delirante no tanto por los conceptos manejados por Kierkegaard, sino más bien por la extensión de esa obra que me hacía ver como interminable su lectura. |
